jueves, 28 de noviembre de 2019


Corría el verano del 2005. Llevaba dos años en la Escuela de Medicina, con una prolijidad abierta a debate. Cumplía con el mandato de salir de la miseria. De desclasarme para no morir de hambre.

Como había llevado el año bastante bien, la época estival se presentaba presta al descanso y los excesos propios. Estaba disfrutando de estar al pedo. Así y todo, dentro de mi cabeza se venía desatando un fuerza que, anestesiada ya hacía mucho tiempo, pugnaba por tomar un lugar que se había ganado. O así lo entiendo hoy por hoy.

La casa de mis padres llevaba una década en construcción, y hacía ya  seis años que la habitábamos como familia, de la manera mas cómoda posible. Entre las victorias que se iban sucediendo a la hora de avanzar con el proceso de construir y embellecer el lugar, habíamos logrado cambiar las tan presentes chapas que hacían las veces de "Frente de obra", por un portón mas delicado, de dos aguas, color negro sobre el antióxido, traba por pasador y un buen ojal para asegurar el hogar, dejando el peso de la seguridad a un buen candado con el apropiado tamaño para dicha tarea.

Supongo que ese espacio negativo, esa suerte de paño negro que había quedado expuesto, me atrajo de alguna manera. A mi, o a "eso". En definitiva, mi cuerpo se sacudió al impulso que se escapaba en los margenes de las hojas, sobre, cuadernos, apuntes y hojas de descarte, cada vez que podía. Como lo venía haciendo ya hace tanto. Años.

Le pregunte a mi viejo si había pintura. Yo alguno pinceles tenía por ahí. Si había un rasgo contradictorio en mi crianza es que, siendo la principal tarea comer y sobrevivir, porque pareciera que otra forma de vivir no hay, nunca se negó el poder de esos impulsos, que estaban ahí. Siempre estuve rodeado de herramientas para el dibujo. Así que ahí me pose, porque si algo tiene el arte es un postura, y me dedique a embellecer ese frente. Me paraba sobre una posición, una determinación, que no haría mas que crecer y crecer, hasta llevarme a donde estoy no sin sus complicaciones. Pero eso es para otro relato.

Los años pasaron y el portón dio lugar a una rejas muy sencilla y otra corrediza, para el garaje. El portón de dos agua, encontró nuevo dueño, y por lo tanto daba por cerrada la etapa de ese dibujo, que sería borrado, como era de esperar. 14 años después, como da fe la foto, el dibujo sigue ahí, con todos los agregados que la calle y los diferentes observadores, le agregaron. La foto es nueva, si, pero al dibujo, intacto, lo entré diez años atrás. No me sorprendió tanto que estuviera tan conservado. Lo mas lógico es que hubieran re pitado esas placas de metal. Lo que me impactó mas es pensar que llevo a este buen hombre a dejar el dibujo ahí. Alguna vez mi padre me comentó que habiendo encontrado al nuevo dueño del portón, del dibujo, así de pasadas, le preguntó por su decisión. La respuesta fue sencilla: "El dibujo me gusta. No lo voy a borrar".   

Tal vez peque de soberbia, perfecto no se puede ser, pero si algo me ha mantenido en esto de dibujo, es que muchas veces en estos largos años de oficio, siempre me hicieron llegar algún comentario sobre mis dibujos, sobre como se quedaban en la retina o como ha impactado alguna historia contada en forma de trazos y lineas. Sobre como esos espectadores se hacían dueños de aquello que mis manos producían.

Hace algún tiempo salio uno de esos #challenge donde había que poner fotos de uno, con diez años de diferencia. No me interesa mostrar mi cara de beodo enajenado. Pero si quería mostrar esto. 14 años de una postura, de decidir silenciosamente una forma de vida. Y esa forma de vida solo se mantiene por lo que produzco en otros. Eso es al fin que he encontrado en todo esto.

Este blog va a ser eso, compartir, y cada tanto "Vomitar miseria", como bien reza el título. No prometo periodicidad, porque #bando, pero si voy a mostrar como van proyectos de historieta, sobre todo. Pero si me metí en esto, y sacrifiqué tanto, lo menos que puedo hacer es seguir trabajando para aquellos que no conozco, ni conoceré, pero pueden llegar ser tocado por una viñeta mía, un trazo o una mancha. Supongo que así se encuentran las formas de vida.

Prometo ser menos extenso la prox. Pero bueno, para arrancar, me tenía que poner un poco verborrágico.

Espero nos veamos la próxima.